Un poco de nuestra historia

La Casetería interior

Los comienzos

La Casetería nació como un sueño íntimo en el corazón de un barrio porteño, allá por el año 2016. Todo comenzó en un pequeño local de paredes angostas, estanterías de madera recuperada y olor a cinta magnética. En sus inicios, era poco más que un rincón de intercambio entre amigos: algunos traían cassettes de viejas bandas de garage, otros dejaban vinilos con tapas rayadas pero tesoros en el surco. Todo se movía con una sola idea: compartir música que tenía alma.

Lo que hoy es un emprendimiento consolidado, fue entonces una mesa improvisada, una bandeja Technics girando sin descanso y un cartel escrito a mano que decía “La música no se compra, se encuentra”. Cada objeto tenía historia, y cada cliente era recibido como si viniera a visitar una casa, no un negocio. Ese clima familiar y cálido fue lo que convirtió al lugar en algo más que una tienda: en un punto de encuentro para los melómanos de alma analógica.

A medida que la comunidad crecía, también lo hacía el espacio. Se sumaron coleccionistas, músicos, nostálgicos y curiosos, y de a poco ese rincón olvidado del barrio se llenó de vida, de anécdotas y de una energía especial que solo la buena música puede invocar.

Inicio de La Casetería
Técnico reparando equipo de audio

Evolución y pasión

Con el paso de los años, la pasión por lo analógico no solo se mantuvo viva: se transformó en un compromiso. En La Casetería entendimos que no bastaba con vender discos o cintas; había que rescatar, restaurar y reivindicar. Así fue como empezamos a meternos de lleno en el mundo del audio vintage: radiograbadores, bandejas giradiscos, minicomponentes, ecualizadores, walkmans, parlantes y más.

El taller se convirtió en el alma del local. Allí, con paciencia y devoción, comenzamos a restaurar equipos que muchos daban por perdidos. Lo que para otros era chatarra, para nosotros era historia viva. Cada tornillo ajustado, cada cabezal limpiado, cada perilla reemplazada era parte de una ceremonia: devolverle el pulso al sonido original. Nuestros técnicos aprendieron no solo a reparar, sino a escuchar: entender los silencios, calibrar las frecuencias, dejar que los aparatos volvieran a hablar.

A la par, crecieron los vínculos. No eran clientes, eran apasionados que traían sus propios equipos con historias personales: “Este era de mi viejo”, “Con este escuché mi primer disco”, “Este lo tuve escondido en el placard por veinte años”. Y nosotros los devolvíamos al ruedo, como nuevos, pero con alma vieja. Porque entendemos que la fidelidad no es solo una cuestión técnica: es una forma de respetar la memoria del sonido.

Clientes explorando tienda de música
Servicio técnico vintage

Hoy y siempre

Hoy La Casetería es mucho más que un local: es un punto de referencia para quienes aman lo retro, lo auténtico, lo duradero. Con una tienda renovada, moderna pero fiel a sus raíces, llegamos a todo el país conectando coleccionistas, entusiastas, músicos y románticos de la época analógica. Lo hacemos con envíos cuidados, atención personalizada y, sobre todo, con el mismo amor con el que comenzó todo: una bandeja girando en una habitación pequeña.

Nuestro catálogo creció: vinilos nuevos y usados, ediciones difíciles de conseguir, cintas selladas, CD’s de culto, reproductores restaurados, parlantes con sonido envolvente, walkmans en perfecto estado. Pero lo que nunca cambió es el espíritu: cada objeto que entra en la tienda es tratado como un fragmento de historia. Cada compra es una experiencia. Cada cliente, un cómplice en esta cruzada por mantener viva la magia del formato físico.

En un mundo cada vez más digital, elegimos ser análogos. Porque creemos que la música no solo se escucha: se toca, se huele, se guarda, se revive. Y mientras siga habiendo alguien dispuesto a darle play a un cassette, mientras exista quien se emocione al abrir un vinilo y leer sus créditos, La Casetería va a seguir existiendo. Hoy, y siempre.